Costa Rica tiene más de mil kilómetros de costa asomados al Pacífico. Playas de palmeras y cocoteros, golfos, pequeñas penínsulas y calas inolvidables son algunos de los grandes atractivos que encierra a lo largo de este vergel del paraíso. Una imagen tropical difícil de igualar en cualquier otro rincón del mundo.
En el lado del Caribe este país presenta algo más de 200 kilómetros de costa, inundados de una vegetación exuberante. Playas vírgenes en las que disfrutar tanto de sus aguas cristalinas como del clima, la gastronomía y los profundos atardeceres. ¿Le echamos un vistazo a algunas de las mejores playas de este país?
En primer lugar Playa de Tamarindo (los lugareños la conocen popularmente como Playa de Tamagringo) uno de los principales destinos turísticos de Costa Rica. Visto el calificativo popular que le dan está claro que no es el rincón más auténtico del país, pero sí el de mayor bullicio. Más tradicional es Playa Negra, cerca de Cahuita, una playa que como su nombre indica es de arena negra oscura. El contraste con las aguas turquesas hacen de este escenario uno de los más espectaculares del país.
Abrazando la punta de la península de Nicoya tenemos las dos ciudades de Mal País y Santa Teresa. No son destinos muy turísticos, sobre todo porque las carreteras que llevan hasta allí no son las mejores. Sin embargo, merece la pena perderse en esta aventura para conocer uno de los rincones más salvajes y autóctonos de Costa Rica. Junto a Mal País se halla Montezuma, un paraíso de los mochileros en Nicoya. Si buscáis turismo de playa relajado e íntimo, este es sin duda el mejor lugar. Kilómetros y kilómetros de playas que, en muchas ocasiones, están prácticamente vacías.
Os dejo para el final mis dos playas favoritas de Costa Rica. La primera de ellas es Playa Conchal, llamada así por las pequeñas conchas que cubren la arena. La otra es Manzanillo, una playa caribeña a solo veinte kilómetros de Montezuma. A su lado podéis vivir el ambiente tradicional y popular del viejo Puerto de Talamanca. Sentarse aquí y oír cómo rompen las olas es un placer abrumador.
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Imagen – Vagablonding